Читать онлайн книгу "Llorando Sobre La Luz Derramada"

Llorando Sobre La Luz Derramada
George Saoulidis


Contrata a una musa, Obtener un Premio Nobel Ex Machina se encuentra con una mente hermosa en este thriller de ciencia ficción alucinante. A punto de abandonar su proyecto de toda la vida, un físico obsesivo contrata el innovador servicio de una musa androide para que le ayude a terminar su trabajo. Pero cuando las cosas empiezan a desaparecer de su vida, debe aprender que no todo vale la pena sacrificarse en el altar de la ciencia antes de que no le quede nada por lo que vivir. Contrata a una musa, Obtener un Premio Nobel Ex Machina se encuentra con una mente hermosa en este thriller de ciencia ficción alucinante. A punto de abandonar su proyecto de toda la vida, un físico obsesivo contrata el innovador servicio de una musa androide para que le ayude a terminar su trabajo. Pero cuando las cosas empiezan a desaparecer de su vida, debe aprender que no todo vale la pena sacrificarse en el altar de la ciencia antes de que no le quede nada por lo que vivir. De ScifiSelect: ”Un thriller alucinante sobre el concepto mismo de inspiración”. De Luke Daniel: ”El libro, aunque corto, es único y una verdadera obra de alfabetización.” De Samie Sands: ”La trama es rápida, oscura, emocionante y apasionante. Una vez que empecé a leer este libro, no podía dejarlo. ¡Altamente recomendado!” ¿Quieres saber qué sigue para la pobre pero brillante Yanni? ¿Quieres conocer a la musa? A continuación, lea este thriller de ciencia ficción único que juega con el concepto mismo de la inspiración.









Contents


Title Page (#ubfd358e1-e791-54b9-9015-c79d4ff8929a)

Copyright (#u426885df-9724-5358-a4cc-52514c8746d2)

CapГ­tulo Cero (#ud16792bb-e2da-5b2f-bf00-3956e4c92222)

CapГ­tulo i (#u0ee7f2ea-c1a5-53d4-8599-1895b330fddd)

CapГ­tulo i^2 (#u2ed38317-d8a7-5ffd-8ad6-33f756909d72)

CapГ­tulo i^3 (#ua41ec345-6668-5ea7-91b8-5d7d3f6cac51)

CapГ­tulo i^4 (#u47204a5a-e283-5628-8d61-d3dc09625fb8)

CapГ­tulo 2i (#ue807c9b9-1a76-5330-b35f-c3c78b248cd4)

CapГ­tulo 2i^2 (#ub5dee048-5f2b-5be9-a9e6-031edacc87e7)

CapГ­tulo 2i^3 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 2i^4 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 3i (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 3i^2 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 3i^3 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 3i^4 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 4i (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 4i^2 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 4i^3 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 4i^4 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 5i (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 5i^2 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 5i^3 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 5i^4 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 6i (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 6i^2 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 6i^3 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 6i^4 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 7i (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 7i^2 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 7i^3 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 7i^4 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 8i (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 8i^2 (#litres_trial_promo)

CapГ­tulo 8i^3 (#litres_trial_promo)

Gracias por leer. (#litres_trial_promo)


LAMENTO POR LA LUZ DERRAMADA



Por George Saoulidis



Traduzido por Arturo Juan RodrГ­guez Sevilla

Publicado por Tektime


Copyright В© 2019 George Saoulidis

All rights reserved.


CapГ­tulo Cero

La dama de azul se quedГі quieta, mirando a la esquina de la habitaciГіn. Hasta el aire parecГ­a inmГіvil a su alrededor, las partГ­culas de polvo descendГ­an suavemente, sus trayectorias en espiral apenas iluminadas por unos breves rayos de sol.

El cuerpo que habГ­a levantado todo el polvo yacГ­a quieto en medio de la gruesa alfombra. Un hombre alto, pesado, no de mГєsculos sino mГЎs bien de espaguetis con queso, estaba boca abajo, sus extremidades inmГіviles, su baba goteando sobre la alfombra, que la absorbГ­a instantГЎneamente. Sus pequeГ±as gafas estaban aplastadas bajo su cabeza, con la montura rota pero las lentes intactas.

La dama de azul levantГі la vista hacia la pizarra.

El movimiento de sus pestaГ±as no fue suficiente para alterar el polvo en suspensiГіn.

HabГ­a sГ­mbolos matemГЎticos garabateados en la pizarra, la mitad de ellos tenГ­an pinta de haber sido escritos, borrados y reescritos un millГіn de veces. La parte superior izquierda estaba seca, rayada y gastada. Ese comienzo habГ­a atormentado al hombre pesado durante aГ±os. El pizarrГіn blanco ocupaba un lugar destacado en la sala, como un tГіtem en alto, un recordatorio constante para que el hombre pesado siguiera trabajando, siguiera pensando en lo que significaban los sГ­mbolos.

No habГ­a mucho mГЎs en la sala que valiera la pena mencionar. Era como si alguien hubiera heredado la casa de su madre, llena de baratijas, tapetes de lino, figuritas y otros objetos artesanales caracterГ­sticos de una casa griega, y luego los hubiera quitado meticulosamente, dejando una evidente mancha descolorida en el barniz de los muebles. Muebles viejos, hechos a mano, con cierres chirriantes y pies desiguales, que se mantienen firmes con una pГЎgina de periГіdico doblada y bien colocada, aplastada por el peso de los aГ±os, casi convertida de nuevo en la pulpa de madera de la que saliГі. Alguien criado en una casa asГ­ podrГ­a identificar fГЎcilmente la mayorГ­a de los objetos que faltan, solo por sus sombras.

AhГ­, un marco de fotos grueso. AhГ­, colgando del clavo que faltaba, habrГ­a un plato decorado, uno de esos que en otro tiempo todo el mundo parecГ­a querer tener en su pared. Su sombra era casi perfecta, como una impronta inversa. AhГ­, un tapete blanco de ganchillo cubrirГ­a esa forma triangular perfecta.

Todo eso ha desaparecido.

La dama de azul caminГі hacia la pizarra, sus suaves pasos finalmente alborotaron las motas de polvo, haciendo que giraran a su alrededor. RecogiГі el rotulador del suelo, extrajo cuidadosamente una pГЎgina de un bloc de notas y anotГі los sГ­mbolos matemГЎticos. Los revisГі dos veces para asegurarse de que no faltara nada, luego agarrГі el paГ±o que habГ­a al lado y limpiГі la pizarra lentamente. Presionaba con fuerza para que todo se borrara bien. La parte superior izquierda opuso mГЎs resistencia, pero finalmente cediГі.

Puso el paГ±o en su lugar y doblГі la hoja escrita. Sin ningГєn esfuerzo.

Luego se guardГі la pГЎgina doblada en su vestido azul, justo al lado del corazГіn. Sin ningГєn esfuerzo.

Y luego agarrГі al hombre pesado por la pierna y lo arrastrГі hasta el final del pasillo. Sin ningГєn esfuerzo.


CapГ­tulo i

Yanni subiГі a su oficina-laboratorio. EncendiГі el lГЎser y la computadora conectada a Г©l. CerrГі las persianas para oscurecer la habitaciГіn, se puso las gafas protectoras, sacГі el cigarrillo electrГіnico y echГі vapor en el camino del rayo lГЎser azul que apuntaba hacia el techo.

El vapor hizo que el lГЎser fuera visible, pero seguГ­a subiendo recto como una flecha.

A Yanni le molestaba esa estГєpida sumisiГіn a las leyes de la naturaleza.

Dio un par de caladas mГЎs y tecleГі diferentes variables en Matlab.

El rayo de luz azul simplemente parpadeГі un poco, pero se mantuvo recto.

Yanni gruГ±Гі y luego mirГі fijamente al punto azul del techo, pensando en las ecuaciones.

TrabajГі duro asГ­ durante siete horas seguidas.

Thalia subiГі con un sГЎndwich para Г©l.

―¿Estuviste sentado en la oscuridad todo el día? ―preguntó.

―No puedo ver el láser con una fuente de luz de diez mil lúmenes inundando la habitación ―dijo.

Ella, que claramente no habГ­a entendido el concepto, forzГі una sonrisa y aГ±adiГі:

―Necesito que cuides a los niños, tengo que comprar algunas cosas.

―Sí, ahora mismo ―contestó Yanni mientras cerraba la puerta.

Ella lo dejГі abajo, sentado en el sofГЎ, con la bebГ© en brazos y Georgie tirando harina con su camiГіn de juguete. Los dibujos animados de la televisiГіn estaban a un nivel que casi podrГ­a provocar una explosiГіn de tГ­mpano, y la bebГ© lloraba por su madre. Le dio un chupete para intentar calmarla. Luego agarrГі la tableta para enviar un mensaje a sus amigos por Facebook. Dio algunos toques pero se dio cuenta de que la pantalla estaba sucia de chocolate, asГ­ que la limpiГі apresuradamente. AГ±adiГі a todos sus amigos a un chat grupal y les contГі sobre la fiesta que Thalia estaba preparando.

DespuГ©s tenГ­a que escribir a Nikos. Г‰l era el Гєnico de sus amigos que no tenГ­a Facebook, era un poco chapado a la antigua para esas cosas. ConocГ­a la red, por supuesto, pero nunca quiso aceptar direcciones de Facebook de mujeres, solo sus nГєmeros de telГ©fono (si es que no se subГ­an a su coche de inmediato). Pensaba que mirar anГіnimamente las fotos de una chica era de pervertidos, aunque algunas de ellas le enviaban fotos desnudas igualmente, tan pronto como se enteraban de que era arquitecto.

Nikos le devolviГі la llamada:

―Yasou, ¿pensabas que me iba a olvidar? Hombre, el 2 de septiembre, la noche que quemamos la casa... ¡desde hace quince años!

Yanni se sintiГі un poco avergonzado y dijo:

―Sí, me temo que la fiesta será un poco más tranquila este año.

―Como la del año pasado y el anterior. Es lo que tiene casarse. Sí, no hay problema, solo quiero pasar el rato con vosotros, ya nunca nos vemos ―dijo Nikos.

―Sobre eso, podría ser útil que trajeras una chica más adecuada. La última vez nuestras mujeres casi se arrancan los ojos. Alimentaste el fuego para décadas de reproches ―dijo Yanni.

―¡Ja, ja, sí, eso fue desternillante! ―dijo Nikos riendo―. No, no te preocupes, no tengo pareja. Iré solo.

Yanni frunciГі el ceГ±o ante la inusual afirmaciГіn y preguntГі:

―¿Solo? ¿Tú? ¿Cómo es eso?

―Encontré a mi musa ―contestó Nikos―. Vamos a tomar una copa y te lo cuento todo sobre ella.

―Suena serio. Necesito saber más ―dijo Yanni.

Acordaron una hora y un lugar, y Yanni volviГі a mirar la tableta, ahora cubierta de harina y baba. Georgie estaba sentado en su camioneta fingiendo que dirigГ­a un cargamento de preciada harina. El resto de sus amigos, todos casados, habГ­an respondido al chat de grupo. Les habГ­a gustado la idea y enviaban caritas sonrientes y ya hablaban de traer ese buen vino que tanto les habГ­a gustado a todos la Гєltima vez.

Yanni se sentГі en el sofГЎ con su bebГ© en brazos y esperГі a que su esposa regresara. Todo lo que realmente querГ­a era que su musa volviera.


CapГ­tulo i^2

―No eres tan viejo. Tenemos la misma edad. ¿Estás diciendo que yo también soy vieja? ―preguntó Thalia con una mirada de cuidado-con-lo-que-dices en su cara.

Yanni abriГі los brazos en un gesto de disculpa y respondiГі:

―No, por supuesto que no. Estoy hablando de la edad académica. Sobre ideas. Ya no me siento tan enérgico como antes.

Thalia pensГі seriamente en la situaciГіn mientras acunaba a la bebГ© dormida, la imagen misma de la hermosura.

―Yanni, simplemente llega lo más lejos que puedas. Tal vez necesitas un relevo. Alguien a quien tú enseñarías y conducirías a la meta. ¿Tan malo sería?

―Uh. Es mi idea, cariño. He trabajado tantos años en ella que odiaría verla en manos de otra persona ―dijo Yanni, hablando más para sí mismo que para los demás.

Thalia caminГі hacia Г©l llamando su atenciГіn y dijo:

―Yanni, si pruebas una parte considerable de tu aportación, no tendrán otra opción que darte crédito. Piensa en tu familia, haz un buen trabajo, y después pásalo y deja que otro termine la carrera.

Ella le pasГі la bebГ© a Г©l para hacer otras tareas.

Г‰l cogiГі a la bebГ© en brazos y luego la acostГі. EncendiГі la mГєsica del mГіvil de la cuna y ella se riГі hacia Г©l, sin fijar sus ojos en ningГєn lado, sino mirando todo lo que la rodeaba.

PasГі el dГ­a trabajando en el laboratorio de su casa. Al menos esta vez se acordГі de encender el lГЎser.

Г‰l lo mirГі. El lГЎser lo mirГі de vuelta, impasible.

Con las gafas protectoras puestas, aumentГі la intensidad. В«Todo lo que necesito es un momento eureka. Un poco de suerteВ», pensГі. SabГ­a, por supuesto, que el momento eureka era un mito. La verdadera ciencia era lenta y estable, o quizГЎ no tan estable sino mГЎs bien llena de callejones sin salida. A lo sumo, tendrГ­a un momento uy-quГ©-curioso que podrГ­a llevarle a alguna parte.

Aunque no estarГ­a de mГЎs probar suerte.

ComenzГі a introducir valores aleatorios en las variables con las que estaba trabajando, probando el lГЎser con cada una de ellas. Lo apodГ­ctico de su prueba dependГ­a de las ecuaciones de Maxwell, que, en su simplicidad, tenГ­an permutaciones infinitas. TenГ­a mГЎs posibilidades de ligarse a Kate Upton que de escribir aleatoriamente la variable que demostrara su hipГіtesis.

EscribiГі algo. Entrar. No hubo cambios.

TecleГі de nuevo. Entrar. Lo mismo.

Luego intentГі su aniversario, no servГ­a de nada ya contenerse con la supersticiГіn.

Nada.

ВїEl cumpleaГ±os de Georgie?

Entonces sonГі el telГ©fono. Afortunadamente.

El mensaje de Nikos decГ­a: В«Una persona que no ha hecho su gran contribuciГіn a la ciencia antes de los treinta aГ±os nunca lo harГЎ. Albert EinsteinВ».

Yanni empezГі a escribir una respuesta que decГ­a: В«Gracias por retorcer el cuchilloВ», pero un coche tocГі el claxon desde la calle y obviamente era Nikos.

SaliГі corriendo, deseoso de cambiar de aires, y cerrГі la puerta al comentario de Thalia de В«no bebasВ». SintiГ©ndose mal, se asomГі otra vez dentro de la casa y le dijo:

―Está bien, cariño, no beberé. Lo prometo.

Nikos estaba esperando en su descapotable, recostado con las manos relajadas como si estuviera sentado en un sofГЎ. SonreГ­a a unas chicas que cruzaban la calle y ellas le devolvГ­an la sonrisa.

―Esa era tu maniobra de ligue, enviar el mensaje y tocar la bocina unos segundos después mientras yo respondo. No me vuelvas a hacer eso ―dijo Yanni con aversión, sin subir al coche.

―Oye, tú lo inventaste, hombre. Simplemente lo perfeccioné ―dijo Nikos y ambos se rieron a carcajadas.

―Sí, ese parece ser el patrón últimamente ―dijo Yanni con una expresión triste y consternada en su rostro.


CapГ­tulo i^3

―Lo hecho, hecho está ―respondió ella por décima vez, mientras doblaba las cortinas de la oficina-laboratorio. Había sacado todo lo que no había sido tocado por el fuego para que no absorbiera el olor. Entonces su cara mostró preocupación real y preguntó en voz baja:

―¿Reemplazará Demokritos el láser?

Yanni se sentГі y suspirГі profundamente un par de veces, como si la respuesta se encontrase en las molГ©culas que le rodeaban.

―Sí, tiene que hacerlo. Pero tomará una eternidad hacer el papeleo y obtener el permiso. No podrá hacerlo a tiempo para la revisión de la financiación.

Thalia remetiГі las esquinas de las cortinas tan perfectamente como pudo. Eso era algo que podГ­a controlar y se calmГі haciendo el trabajo sin problemas.

―Sé que el láser es caro, ¿no podemos conseguir ese dinero de algún sitio mientras tanto? ¿De Nikos, por ejemplo?

Yanni buscГі rencor en su voz pero no lo encontrГі. La sugerencia era frГ­a y lГіgica, no recriminatoria. Y tenГ­a razГіn.

―Podemos, sí. Pero el problema no es el precio, sino la disponibilidad. Las piezas son caras y además no están disponibles para particulares. Tener el dinero no es suficiente, aparte hay que ser un centro de investigación para conseguir algo así. O el departamento de investigación y desarrollo de una gran corporación, o algo por el estilo.

―¿Y no puedes explicar el contratiempo al comité de revisión?

Yanni pensГі en la llamada de antes, un socio le advirtiГі sobre el nuevo administrador, que estaba decidido a cortarle los fondos. DecidiГі no contarle eso a su esposa, para dejar un ГЎpice de esperanza. Estaba tranquila, pero podrГ­a no necesitar mГЎs que esta nueva informaciГіn para desmoronarse.

―Sí, claro. No son inaccesibles, los llamaré mañana a primera hora.

ForzГі una sonrisa, la besГі y subiГі a su oficina-laboratorio. Se sentГі en su silla como siempre y revisГі los daГ±os. No eran muchos, podrГ­a haber sido mucho peor. El lГЎser tenГ­a una gran quemadura en la parte superior de la caja, obviamente por el sobrecalentamiento. El cableado estaba quemado y olГ­a mal, el plГЎstico siempre lo hace. El borde del escritorio estaba chamuscado, tambiГ©n una esquina de su silla y la alfombra. El seГ±or Andreas realmente tratГі de evitar rociar el lГЎser, se las arreglГі para formar un cГ­rculo alrededor y ahogГі el oxГ­geno de la llama. Hombre prГЎctico, su pensamiento podrГ­a haber ahorrado decenas de miles de euros en reparaciones. La alfombra estaba destruida. Estaba bien. Yanni incluso pensГі en llevar la contraria a su esposa y dejar la habitaciГіn tal cual.

Las cicatrices del fracaso.

PensГі en volver a encender el lГЎser. Tal vez ese era su accidente fausto. Tal vez este serГ­a su momento eureka, cuando un percance en el laboratorio conduce a un descubrimiento que cambia el mundo. Era tonto de su parte, pero la tentaciГіn pudo con Г©l.

PensГі que el lГЎser ya estaba daГ±ado, asГ­ que tampoco iba a empeorar las cosas. Trajo una manta vieja por si acaso, diciendo a Thalia que como mantenГ­a la ventana abierta, hacГ­a frГ­o. Ya habГ­a oscurecido, asГ­ que no estaba tan lejos de la verdad.

Sostuvo la manta en la mano por si se producГ­a otro incendio y encendiГі el lГЎser, esperando el momento eureka de sus sueГ±os que le cambiarГ­a la vida.


CapГ­tulo i^4

Cuando llegГі el lГЎser, fue como la maГ±ana de Navidad. Sus ojos brillaban mientras desenvolvГ­a el embalaje de protecciГіn extrema.

―¿Es el efecto visible a simple vista? ―preguntó Ourania.

Yanni tirГі algunas bolitas de polietileno al suelo.

―No, uso las gafas polarizadas para ver el patrón de muaré. Las matemáticas predicen que, cuando las ecuaciones se alineen, esa longitud de onda en particular producirá un efecto muaré si se ve a través de las gafas.

Y luego agregГі con un toque de orgullo:

―Se me ocurrió a mí.

―¡Eso es brillante, Yanni! ―dijo ella―. De esa forma no necesitas un chip de computadora cuántica para probar la teoría.

―Correcto. Gracias en parte a eso me las arreglé para mantener mis fondos todo este tiempo, porque la prueba era relativamente barata.

Sostuvo el lГЎser como un niГ±o sostendrГ­a un brillante tren de juguete y corriГі arriba para conectarlo.


CapГ­tulo 2i

Yanni iba y venГ­a por la habitaciГіn vacГ­a y estaba furioso.

ВїQuГ© hacГ­a Hermes con estos niГ±os? ВїLos usaban para algГєn tipo de experimento de interacciГіn humana? ВїEra seguro? Y si no lo era, ВїquiГ©n podrГ­a saberlo? ВїQuГ© valores les estaban enseГ±ando a los niГ±os? Si uno de ellos lastimara a otro, ВїquГ© harГ­a al respecto su madre adoptiva?

DejГі de atender a razonamientos, todo lo que querГ­a era gritarle a las cГЎmaras por exponerles a esto, por exponer a esto a Alex; y llevar al niГ±o a su casa, donde estarГ­a a salvo, donde crecerГ­a en un hogar de verdad, con una madre de verdad.

La parte racional de su cerebro se impuso y le hizo pensar que ellos lo habГ­an ingeniado. El juguete era exactamente igual que el de su hijo, el niГ±o podrГ­a hacerse pasar por el hermano de Georgie si fuera necesario. Lo habГ­an preparado todo para esta respuesta, esto era una prueba. Incluso si pudiera llevarse al niГ±o y adoptarlo y darle una familia amorosa, ВїquГ© podrГ­a hacer por los demГЎs? ВїY quiГ©n sabГ­a si no estaban mejor asГ­? Lo mГЎs probable era que las mejores universidades los estuvieran esperando, siendo ellos verdaderos hijos corporativos y leales hasta los huesos. ВїQuiГ©n era Г©l para cargarse eso?

No podГ­a salvarlos. Especialmente ahora. Tal vez en el futuro, cuando terminase su prueba. Cuando tuviera la misma influencia en esta compaГ±Г­a que Nikos. Tal vez entonces podrГ­a hacer algo al respecto. Amenazar con denunciarlo en los medios de comunicaciГіn. Cualquier cosa.

Pero tenГ­a que ganar esta batalla. Por Г©l, por su familia, por la ciencia, por todos. Esta batalla sГЎdica que parecГ­a diseГ±ada para atormentarlo.

Se calmГі y se sentГі. Esperaba no haber asustado a Alex; aunque si el chico estaba asustado, no lo mostrГі.

―Alex ―dijo con la voz más dulce que pudo―. Estoy aquí para enseñarte algo. ¿Te gustaría?

Alex sonriГі y moviГі su linda cabeza de arriba abajo asintiendo.

―Bien. Aquí va. Sabes de computadoras, ¿verdad? Te deben dar tabletas y cosas así para jugar, ¿no? ―preguntó con la misma expectación que cuando le pidió matrimonio a su mujer.

Alex asintiГі.

―Genial. Esas computadoras tienen una máquina-cerebro dentro de ellas. A eso lo llamamos procesador. ¿Entiendes?

―Sí. Pro-pensador.

―Llamémoslo así, no importa. El pro-pensador necesita ser rápido para que los juegos sean rápidos. Odiamos cuando los juegos van lentos, ¿verdad? Genial. Así que hacemos pensadores cada vez más rápidos, pero las cosas que ponemos ahí no pueden ir tan rápido. Son perezosas y dicen: «¡No nos apresuren tanto!» y se quedan ahí sentadas, sin hacer el trabajo.

Alex se riГі y asintiГі.

―Genial. Así que tenemos que poner cosas más rápidas, cosas que no sean perezosas. ¿Y sabes cuál es la cosa más rápida del mundo?

Alex agitГі la cabeza, con ojos deseosos de saber la respuesta.

―Luz. La luz del sol es la cosa más rápida del mundo. No es para nada perezosa. Pero la luz solar es tan rápida que se necesita algo inteligente para mantenerla dentro ―dijo Yanni, y encapsuló aire entre sus manos. Las agitó, aún cerradas, como si tuviera una avispa dentro. Eso parecía entretener mucho a Alex.

―Cuando le digo al señor Luz-Solar que haga un trabajo, necesito ver si lo hizo o no, ¿verdad?

―Verdad.

―Así que echo un vistazo ―dijo, mirando entre sus manos ahuecadas. Alex se inclinó para ver también―, pero el señor Luz-Solar encuentra el agujero y se escapa.

AbriГі las manos y dejГі libre al imaginario seГ±or Luz-Solar.

―¡Hala! Como. Como la harina.

―Igual que la harina.

―¡Entonces mami está enfadada por el lío que hicimos!

―¡Sí! Por eso tenemos que encontrar una forma de hacer que la luz del sol ruede en círculos. Así, cuando echemos un vistazo, la mayor parte de la luz solar se quedará dentro. Un hombre llamado Maxwell, que tiene una gran barba, pensó en engañar a la luz haciendo nudos. Como los cordones de mis zapatos, ¿ves? Hice un nudo, así que no irán a ninguna parte.

―Aún no puedo atarme los cordones de los zapatos y por eso tengo zapatillas de tiras.

―Lo sé, yo tampoco podía atarme los cordones de los zapatos cuando era pequeño. Pero aprendí el truco, y ahora puedo. Y estoy tratando de aprender a atar la luz del sol en nudos, para que se quede ahí y no se escape. Solo necesito encontrar el truco.

―Y luego puedes cambiar las zapatillas de tiras por zapatillas con cordones, que son más rápidas y entonces puedes ser más rápido.

--ВїY?

―Y luego puedes ser muy rápido para hacerle los trucos al señor Luz-Solar y se caiga en los nudos... En pequeños nudos, como los cordones de los zapatos y puedes echar un vistazo lo suficientemente rápido como para cerrar las manos de nuevo ―dijo Alex, mirando entre sus pequeñas manos.

AsГ­ que eso era un momento eureka.

―¿Y entonces?

―¡Y entonces el pro-pensador no será perezoso y hará el trabajo rápido y no tendré que esperar al juego lento!

Alguien aplaudiГі. Un aplauso lento y concluyente. Yanni se dio la vuelta y vio a la mujer elegantemente vestida de antes.

―Excelente Dr. Tsafantakis. Venga conmigo. No se preocupe, vendrán a recoger al niño en un momento .

Yanni se despidiГі de Alex. El niГ±o levantГі la vista y preguntГі:

―¿Puedes traer a Georgie a jugar conmigo?

―Eso es lo primero que le voy a preguntar a esta señora. Adiós, Alex ―dijo.

―Adiós, señor ―dijo Alex, y volvió a jugar con su camión de juguete.

Yanni siguiГі a la mujer elegantemente vestida a la habitaciГіn contigua. A estas alturas, estaba preparado para todo.


CapГ­tulo 2i^2

El sol se estaba poniendo, pero seguГ­a brillando. Yanni disfrutaba del viento en su cara y del sonido de la mГєsica antigua que retransmitГ­a la radio. Nikos habГ­a tomado la ruta paisajГ­stica, subiendo a la montaГ±a Parnitha. Empezaba a hacer frГ­o a medida que subГ­an, pero era estimulante.

El casino fue idea de Nikos; todos los lugares que solГ­an frecuentar habГ­an cerrado de todos modos, y los nuevos eran para familias, asГ­ que Yanni ni siquiera se atreviГі a sugerirlos. Nikos condujo el cabriolet a la entrada, el aparcacoches lo saludГі por su nombre y estacionГі el auto junto a otros caros biplazas.

Nikos le guiГі con los brazos abiertos como si estuviera vendiendo el lugar.

―Ahora, ¿no es esto más varonil? Mira la vista ―dijo, y los dos se sentaron sobre lujoso cuero.

Yanni miraba la ciudad a sus pies mientras Nikos pedГ­a que subieran whisky. Hacia el norte, la zona residencial era mГЎs o menos como siempre, un lugar de cierta seguridad que albergaba casas grandes y caras con jardГ­n y acogedores edificios de apartamentos con tres habitaciones para familias. Atenas se extendГ­a tambiГ©n hacia el sur, pero se desvanecГ­a en el horizonte, que parecГ­a acercarse por el aire hГєmedo y gris de la niebla. Rozando el nivel mГЎs bajo de la atmГіsfera estaban los nuevos rascacielos del centro de la ciudad, altas bestias de cristal y acero que se habГ­an erigido a una velocidad increГ­ble, como si se hubieran formado por condensaciГіn espontГЎnea del cristal. Esto le hizo pensar en sus cristales de luz, imaginГі cГіmo se verГ­an en la realidad. ВїParecerГ­an tan hermosos, formados en celosГ­as a partir de un chip de ordenador? ВїEran estos rascacielos tan efГ­meros como sus cristales de luz, o estaban para quedarse?

―¿Cuál es el tuyo? ―preguntó Yanni.

Nikos prendiГі el extremo de un puro y seГ±alГі hacia los rascacielos.

―El segundo por la izquierda. Por mi parte ya está todo, no tengo que hacer nada más. Ahora les toca a los contratistas construirlo, ¡y caray, trabajan rápido! Ni siquiera yo puedo creer que en solo seis meses y ya llevan la mitad. Durante mucho tiempo solo existió en mi mente y ahora de repente brota del suelo y cambia el paisaje.

Yanni conocГ­a esa sensaciГіn. La de que algo existiese solo en su mente, no la de verlo ante sus ojos, porque su trabajo todavГ­a estaba en desarrollo. Por eso a Nikos le gustaba tanto venir aquГ­. DebГ­a ser reconfortante poder ver el progreso de su creaciГіn desde lejos, sentado en una silla de cuero y fumГЎndose un puro. Ciertamente habГ­a llevado la expresiГіn mirar desde el palco a una escala completamente nueva.

―Están metiendo mucho dinero en ello, ¿no? ―preguntó Yanni, y se inclinó hacia delante para encender su cigarro.

Nikos respondiГі:

―¿Mucho? A mansalva. Fumemos un poco de ese dinero.

―Thalia me va a matar por el olor a tabaco ―dijo Yanni y exhaló el humo lentamente, disfrutando del aroma.

―Pues cúlpame a mí, di que fumé y te arrojé ceniza por accidente o algo así ―dijo Nikos―. ¡Necesitas parar un momento y disfrutar! ¿Cómo va tu apodeixis? ―preguntó, refiriéndose a la prueba en la que Yanni trabajaba desde hacía años.

Yanni suspirГі y volviГі a mirar por la ventana.

―No lo sé, tío. Podría estar así de cerca y no saberlo, o podría estar a un universo de distancia. Falta cuadrarla del todo, ¿sabes? Si tengo razón y consigo que las ecuaciones funcionen, encajarán perfectamente como los engranajes de un reloj suizo.

Nikos lo miraba con verdadera empatГ­a.

―Lo entiendo, Yanni. Bueno, no las matemáticas teóricas, ni por asomo; pero entiendo el concepto. Necesitas que las fuerzas implicadas se armonicen o todo se derrumbará.

Yanni se riГі y dijo:

―Con mucho menos escombros que en tu caso, pero sí, básicamente es eso.

Nikos se inclinГі hacia adelante y le hizo mirarlo a los ojos.

―No lo entiendes, ¿verdad? Lo que yo hago ya estaba ahí, no es nada nuevo. Es una reutilización de cosas que ya sabemos, solo las aplico en un nuevo contexto. Tú estás tratando de crear algo nuevo. Tu apodeixis está encerrada en tu mente, y nadie más puede liberarla. Otra persona podría diseñar mi rascacielos, pero tú eres el único que puede resolver tu apodeixis.

―Lo sé, pero últimamente me siento como si estuviera persiguiendo el final del arcoíris ―dijo Yanni―. Demokritos ha programado una revisión de mi financiación en un mes. Podrían suspender el proyecto. Thalia y yo hemos estado hablando, podría solicitar un trabajo de profesor en la universidad o...

Nikos apagГі su cigarro y soltГі:

―¿Enseñando? ¿ENSEÑANDO? Al carajo con eso. Que le jodan a Demokritos, ¿qué saben ellos? ¡Tú no enseñas! Conseguirás un maldito premio Nobel por este descubrimiento.

La confianza de su amigo en Г©l emocionГі a Yanni, pero consiguiГі evitar las lГЎgrimas.

―Significa mucho para mí que digas eso. Pero quizá sea el momento de dejarme de castillos en el aire y buscar algo estable. Ahora tengo una familia y necesito cuidar de ellos.




Конец ознакомительного фрагмента.


Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=48773684) на ЛитРес.

Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.



Если текст книги отсутствует, перейдите по ссылке

Возможные причины отсутствия книги:
1. Книга снята с продаж по просьбе правообладателя
2. Книга ещё не поступила в продажу и пока недоступна для чтения

Навигация